Por su parte, el monarca no puede dejar de pensar en las últimas palabras de su esposa. Un posible móvil del crimen sería la cuestión sucesoria: la fallecida aún no había logrado quedarse embarazada tras casi diez años de matrimonio. Si el rey, cuyo deterioro físico y mental le valieron el sobrenombre de el hechizado, muriera sin un heredero, el destino del imperio sería incierto. Por otro lado, el soberano no quiere hacer partícipe de sus sospechas a nadie de su entorno, pues considera que todos tienen intereses ocultos. Por ese motivo encargará la misión de investigar la muerte de su esposa al escritor Francisco Candamo, dramaturgo real, quien con la excusa de componer el panegírico de la difunta reina de España hablará con todos los que estaban cerca de ella cuando falleció.
Nadie podrá quererle como yo es un interesante combinación de novela histórica y de intriga, en la línea de las primeras novelas del autor. Su lectura no defraudará a los aficionados a uno u otro género.