Desplazados al lugar de los hechos, Jaritos y sus ayudantes examinan la escena del crimen e interrogan a los empleados y huéspedes. Al parecer el autor había estudiado muy bien el lugar: sabía dónde encontrar a la víctima y también que no había vigilancia en el garaje del hotel en ese momento. Las primeras conclusiones del equipo de investigadores apuntan al crimen organizado. Por ello, Jaritos contactará con su homólogo de Delitos Económicos para investigar las finanzas de la víctima.
Paralelamente y a raíz de la elevada posición del fallecido, Jaritos deberá ir dando parte de cualquier avance en la investigación al ministro del Interior, como ya hiciera en Universidad para asesinos tras la retirada de su antiguo superior. Así, una noche de celebración en la vida privada de Jaritos acabará convertiéndose en una lucha en múltiples frentes que a duras penas le permitirá pasar un rato cada día con el nuevo miembro de su familia.
La hora de los hipócritas hará las delicias de los incondicionales de esta serie, a la vez que sirve al autor para atar los cabos que dejó sueltos en la entrega anterior.