Tras hablar con varias personas cercanas al supuesto ladrón y con la idea de un reportaje sobre el robo de obras de arte en mente, Magda regresa a Barcelona con la intención de hablar con el dueño de la galería. Cuál será su sorpresa al enterarse de que el sujeto falleció la víspera de su llegada desde Londres. Al parecer, una caída accidental en la bañera resultó en un golpe fatal en la cabeza. ¿Demasiada coincidencia?
Mientras medita sobre el tema, la periodista recibe una llamada de la directora de su revista. Un acaudalado hombre de negocios requiere los servicios de Magda. Al parecer, su hijo menor se habría suicidado saltando desde una azotea. La policía no ha podido determinar si fue o no algo intencionado. Por eso el magnate hace a Magda una jugosa oferta: si logra esclarecer la muerte del joven, su revista será el primer medio de comunicación al que conceda una entrevista.
Como en las entregas anteriores, el autor hila hábilmente varias tramas en un solo relato: un robo de arte imposible, un dudoso accidente mortal y un supuesto suicidio. En definitiva, nada con lo que Magda Ventura no sea capaz de lidiar.
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