Más tarde, el veterinario es hallado muerto mientras realizaba una cirugía a un caballo. Al parecer resultó herido con una jeringuilla que contenía un fuerte medicamento que pretendía usar durante la intervención, y aunque llevaba consigo un antídoto, no fue capaz de administrárselo. Agatha sospecha que no se trata de un accidente. Para salir de dudas hablará con todas aquellas personas que se relacionaron con el fallecido poco antes de su muerte, a pesar de que la policía le advierte una y otra vez que no se inmiscuya en la investigación. Por suerte para ella, en esta ocasión contará con la ayuda de su vecino James, un militar jubilado y aspirante a escritor, que también se siente intrigado por el suceso y espera que le sirva de inspiración para su primer libro.
La segunda entrega de esta singular detective sigue la línea de la anterior: novela de intriga con abundantes toques de humor, con el valor añadido de incorporar un nuevo personaje con el que la protagonista mantiene una relación de amor y odio.