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Todo comienza cuando se produce un accidente de tráfico en la autopista que une Algeciras y Jerez de la Frontera en plena noche. Hay dos vehículos implicados y dos víctimas mortales. Uno de los fallecidos resulta ser un miembro de la mafia rusa, y en su vehículo aparecen un maletín cerrado con llave, una pistola, una porra ensangrentada y una maleta con casi ocho millones de euros. Cuando la policía abre el maletín descubre que contiene discos con vídeos en los que puede verse a autoridades locales en situaciones comprometidas.
Por su parte, Falcón continúa investigando la explosión del edificio de viviendas de Sevilla meses atrás. Mientras tanto, sigue de cerca otro caso: la muerte de su ex mujer a manos de Esteban Calderón, juez instructor del caso del atentado y amigo personal de Falcón.
Los vídeos hallados en el vehículo siniestrado llevan a Falcón a relacionar al fallecido y sus cómplices con los autores materiales del atentado y a sospechar que la mafia rusa trató de implicar a Calderón en la muerte de su esposa. Y todo apunta a que está en lo cierto, porque pronto comienza a recibir amenazas telefónicas, una posible testigo es asesinada y el hijo menor de la mujer con quien Falcón ha iniciado una relación sentimental es secuestrado, exigiéndose como rescate el dinero y los discos incautados.
Como he apuntado al reseñar las entregas que la preceden, no es aconsejable leer esta novela sin haber leído las anteriores. Por lo demás, sólo espero que no sea el último caso de Javier Falcón, aunque el próximo no está ambientado en Sevilla.