Por su parte, los miembros de la Unidad de Homicidios, con un nuevo líder al frente, se desplazan a una localidad donde tres personas han sido asesinadas en el plazo de ocho días. Todas han sido abatidas por un francotirador. La única conexión que los investigadores han logrado establecer entre las tres víctimas es que todas ellas habían sido en algún momento acusadas de algún delito, pero nunca fueron condenadas por ello, lo que apunta a que el responsable es un vigilante que imparte justicia a su manera.
Nuevamente y a pesar de los cambios introducidos en el contexto del relato, los autores nos ofrecen un thriller donde lo personal y lo emocional tienen tanto peso como la trama policial, a pesar de que esa combinación de factores tiene mala fama. Como buenos maestros del cliffhanger han sabido plantar semillas que dejarán al lector con ganas de que la serie continúe a la mayor brevedad posible.
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