Esta novela constituye la primera aventura de Gonzalo de Berceo, clérigo y poeta del siglo XIII reconvertido aquí en detective. Comienza cuando el abad del monasterio de San Millán encarga al protagonista trasladarse al monasterio de Silos para copiar un manuscrito y componer un poema inspirado en la vida de Santo Domingo, titular del mismo. A su llegada, pide ver la obra en cuestión, y cuál será su sorpresa al hallar en la sala donde se custodia el manuscrito el cadáver de un hombre colgado y a su lado una carta de suicidio. El poeta reconoce a la víctima como un monje con quien se cruzó en su camino desde San Millán y le reveló que acababa de enterrar a su padre y su único hermano y que iba a dejar los hábitos para tomar posesión de la fortuna familiar. Por otro lado, nadie en el monasterio recuerda haber dejado entrar al difunto en el recinto del mismo y menos en la sala donde se custodia el manuscrito, celosamente sellada. Por eso Gonzalo sospecha que el suicidio ha sido escenificado.
Ayudado por un peregrino llamado Lope, Gonzalo llevará a cabo las pesquisas oportunas para resolver el crimen mientras cumple la misión que lo llevó al monasterio de Silos, que le servirá de excusa para moverse por el lugar. Pero pronto descubrirá que hay gente interesada en impedir que la verdad salga a la luz y que, como ha quedado demostrado, no vacila en matar para ello.
El autor, que oculta su nombre bajo un anagrama de Gonzalo de Berceo, nos ofrece en su ópera prima un thriller histórico tan intenso como recomendable. Todo apunta a que es la primera entrega de una serie de novelas.
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