Segunda entrega de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne. La acción comienza en abril de 2011, unos meses después de lo acontecido en Memento mori. El inspector de policía Ramiro Sancho se encuentra al borde de una depresión tras no haber podido atrapar a Augusto Ledesma, que meses atrás asesinó a cinco personas en Valladolid dejando un poema junto a los cadáveres a modo de firma. Pero eso cambiará cuando reciba una llamada del psicólogo criminalista Armando Lopategui avisándole de que el asesino ha vuelto a la acción y se encuentra en Italia.
Aunque Sancho y Lopategui no se despidieron como amigos en la entrega anterior, el inspector no dudará en solicitar una excedencia de dos años para ir a la caza del asesino. Con esa finalidad se trasladará a la ciudad italiana de Trieste y se pondrá a disposición de la policía local. Por su parte, el psicólogo no le acompañará esta vez, sino que tratará de localizar a un criminal de guerra serbio con el que tiene cuentas que ajustar.
Como en la entrega anterior, el autor narra la historia alternando los puntos de vista de los diferentes personajes, si bien en esta ocasión introduce un cambio: la perspectiva del asesino está escrita en primera persona. Por lo demás, se atan muchos de los cabos que quedaron sueltos al final de Memento mori, lo que hace recomendable leer las novelas en orden. Como complemento, esta segunda entrega también posee su particular banda sonora.