Escrita en 2012, esta novela es la tercera entrega de la serie protagonizada por Sebastian Bergman. En esta ocasión la Unidad de Homicidios de Estocolmo necesita su ayuda para resolver un nuevo caso, y a diferencia de las dos entregas anteriores, no es un crimen reciente. Se trata del hallazgo de una fosa común con seis cuerpos, cuatro adultos y dos niños. En todos los casos los cadáveres han sido desprovistos de los dientes, presumiblemente para dificultar su identificación. Todo apunta a que los investigadores se enfrentan a un asesino múltiple o tal vez a uno en serie. Muy a su pesar, el jefe de la Unidad, Torkel Höglund, solicita la ayuda de Sebastian por ser la persona más versada en la materia que conoce.
Al margen del caso, todos los miembros del equipo de investigación atraviesan un momento muy delicado en lo personal. El mismo Sebastian no levanta cabeza: aún no se ha presentado a su hija no reconocida, de cuya existencia se enteró en Secretos imperfectos, y de pronto descubre que la joven tiene intención de irse a estudiar a Estados Unidos los próximos tres años. Pero el protagonista no está dispuesto a quedarse de brazos cruzados al respecto. Y como las desgracias no suelen venir solas, la mujer con la que Sebastian inició una relación durante Crímenes duplicados se ha instalado, al parecer indefinidamente, en su casa, y no está dispuesta a romper esa relación.
Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt repiten con éxito la fórmula del thriller psicológico con un protagonista singular, aunque en esta ocasión el egocentrismo de Sebastian pierde terreno frente a su faceta paternalista.
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