Con esta novela ya son diecinueve las entregas de la serie protagonizada por el detective Harry Bosch. Si en la anterior (Del otro lado) había dejado el Departamento de Policía de Los Ángeles y sopesaba convertirse en investigador privado, en esta ocasión vemos que no solo ha dado ese paso, sino que además se ha ofrecido a trabajar como voluntario para la policía de San Fernando, una pequeña ciudad del área metropolitana de Los Ángeles.
En su nueva faceta de detective privado, uno de los personajes más ricos de California requerirá de sus servicios para localizar a un posible heredero de su inmensa fortuna. No será tarea fácil: el cliente de Bosch apenas puede facilitarle información. Tan solo que dejó embarazada a su novia en 1950, cuando él tenía dieciocho años y ella dieciséis, y que tuvo que abandonarla ante las presiones de su propia familia. Ni siquiera está seguro de si ella tuvo el bebé. Bosch tendrá que echar mano de toda su experiencia en la resolución de casos antiguos para hallar la respuesta, e incluso recurrir a la ayuda del abogado Mickey Haller, con quien ya ha formado equipo en el pasado.
Al mismo tiempo, Bosch se encuentra inmerso en la resolución del caso de un violador en serie para la policía de San Fernando. El sujeto en cuestión ha actuado en al menos cuatro ocasiones en los últimos años y parece seguir un patrón: se cuela en la vivienda de la víctima cortando la puerta mosquitera, siempre oculta su rostro bajo algún tipo de máscara y usa guantes para no dejar huellas dactilares, aunque parece no importarle dejar su ADN en forma de semen en las distintas escenas del crimen.
Michael Connelly ha abierto una nueva etapa en la trayectoria de su personaje más popular, tanto en lo profesional como en lo personal, sin romper los vínculos que lo unen a otros personajes recurrentes. De este modo, solo cabe recomendar la lectura previa de la entrega anterior para disfrutar de El lado oscuro del adiós.
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