Pero, como reza un dicho popular, lo bueno dura poco. En cuestión de días recibirá dos llamadas que le pondrán sobre aviso de lo que se encontrará a la vuelta de sus vacaciones. La primera, de su compañera, la brigada Virginia Chamorro, que se encuentra en Galicia investigando la muerte de una mujer asesinada mientras realizaba el Camino de Santiago. La segunda, de su antiguo comandante, avisándole de que el crimen en cuestión podría estar relacionado con otro caso abierto. Al parecer, el padre de la víctima fue años atrás un alto cargo que amasó una fortuna de forma poco lícita y que en la actualidad mantiene relaciones financieras con personas vinculadas al crimen organizado. De esta forma, el protagonista tendrá que investigar un homicidio teniendo conocimiento de un posible móvil del crimen, pero sin poder compartir esa información con sus colegas a fin de no comprometer la otra investigación.
Como ya hizo en El mal de Corcira, Lorenzo Silva vuelve a deleitarnos con una historia en la que encontramos capítulos ambientados en la actualidad alternados con otros donde se narran hechos acontecidos en la década de los 90, hechos que marcarían un antes y un después en la vida del protagonista a título personal y profesional.
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