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Apenas un día después de empezar a trabajar en el caso, una bomba hace explosión en un edificio de apartamentos cuyo sótano alojaba una mezquita. Dos hombres de nacionalidad marroquí fueron vistos el día anterior al suceso descargando dos furgonetas de material en la mezquita, supuestamente alimentos. Ello, unido al hecho de que había gente en el interior de la mezquita en el momento de la explosión, hace pensar en un atentado suicida en la línea de los del 11 de marzo de 2004 en Madrid o el 7 de julio de 2005 en Londres. El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) solicitará la cooperación de Falcón por sus contactos en Marruecos (léase El ciego de Sevilla) para tratar de identificar a los autores del atentado.
Pero cuando los análisis realizados en el lugar del suceso revelan que la cantidad de explosivo empleada era muy superior a la necesaria para derribar el edificio, Falcón deshecha la hipótesis del atentado suicida y empieza a barajar otras opciones, como que en la mezquita se fabricaran bombas dirigidas a otro u otros objetivos y que una de ellas explotó mientras la preparaban o incluso que todo haya sido una maniobra de distracción y haya un verdadero atentado en curso en otro lugar. En cualquier caso, ¿existirá alguna relación con el cadáver hallado la noche anterior al suceso?
Como ya ocurriera con Condenados al silencio, nos encontramos ante una historia muy intensa cuyo planteamiento hace aconsejable la lectura previa de las novelas anteriores para no perderse en el argumento, pero que no defraudará a los seguidores de la serie.
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