Por desgracia, los peores temores del protagonista se confirman. En cuestión de días tienen lugar suicidios de otras personas de edad avanzada y todas habían escrito una carta que acaba publicándose en las redes sociales, a pesar de que los agentes habían requisado la copia original en la escena del crimen en cada caso. Ese factor lleva a Jaritos y su equipo a la conclusión de que no están ante casos aislados, sino frente a un movimiento organizado. Mientras, el mensaje subyacente se extiende como la pólvora y comienzan a llevarse a cabo protestas contra las medidas restricitvas, aunque por suerte de manera pacífica.
Como viene sucediendo en las últimas entregas de la serie, Jaritos debe trabajar duramente para sacar adelante su labor policial y su vida familar, tareas a las que ha de sumar la constante presión de sus superiores que sistemáticamente le exigen información del estado de la cuestión en un asunto tan grave como para plantearse endurecer las ya de por sí restricitvas medidas en materia de salud pública.
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