Escrita en 2013, La lista es la decimonovena novela de Frederick Forsyth. Comienza con el asesinato de un congresista de los Estados Unidos a la salida del Capitolio. El asesino, que sería abatido instantes después del suceso, resulta ser un joven universitario de origen jordano. Durante el registro de su ordenador portátil la policía hallará una serie de discursos donde un sujeto enmascarado promueve, en inglés, la conversión al yihadismo más radical por medio del asesinato de figuras relevantes del mundo occidental.
Tras producirse otros dos incidentes similares en el plazo de un mes, el Departamento de Defensa recurrirá a la unidad denominada TOSA, una agencia tan secreta que nadie fuera de ella conoce sus actividades. El coronel del Cuerpo de Marines Kit Carson, que a efectos de la misión utilizará el apodo el Rastreador, recibe el encargo de identificar al sujeto cuyos mensajes han inducido los atentados y al que asigna el nombre clave Predicador.
Desde ese momento, el Rastreador dedicará todo su tiempo a analizar los vídeos del Predicador: sus discursos, sus escasos rasgos físicos visibles e incluso su lenguaje, y movilizará innumerables recursos (desde el hackeo de comunicaciones hasta la vigilancia a través de drones militares) para tratar de identificarlo. Ello lo llevará a desplazarse hasta Afganistán y seguir su rastro por Pakistán, Yemen y Somalia. Al mismo tiempo, tendrá que recurrir a la ayuda de los servicios de inteligencia británicos e israelíes, todo ello para localizar a un único sujeto. A ello se suma el hecho de que el tiempo corre en su contra: el mensaje del Predicador no tarda en extenderse a Europa.
Forsyth nos ofrece en La lista un relato a caballo entre los géneros bélico y de espionaje donde el protagonista no persigue al autor material de los crímenes, sino a alguien que los promueve desde el anonimato. Los incondicionales del autor no deben perdérselo. Para el resto puede resultar una buena oportunidad de conocerlo.
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