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Tal y como indica el subtítulo del libro, Condenados al silencio es un nuevo caso del inspector Javier Falcón, el segundo tras El ciego de Sevilla. Cabe mencionar que ambas novelas han sido recientemente adaptadas a la pequeña pantalla en forma de miniserie de 4 episodios (más información).
La acción transcurre en el mes de julio de 2002, y comienza con la aparición de los cuerpos de un hombre y una mujer en su casa en un exclusivo barrio sevillano. La mujer habría sido asfixiada con una almohada, mientras que el hombre parece haber ingerido una botella de detergente desatascador. Ello, unido al hecho de que la pareja había dejado la noche anterior a su único hijo al cuidado de una vecina, hace pensar que el hombre asesinó a su esposa y luego se suicidó. Pero cuando el registro del domicilio revela que el hombre ocultaba en un congelador una pistola, un pasaporte argentino y una llave, Falcón se plantea la teoría de un doble asesinato.
Sucesivos interrogatorios a los vecinos, socios y familiares de la pareja revelarán que el fallecido, constructor de profesión, tenía proyectos inmobiliarios en común con dos hombres de nacionalidad rusa, lo que sugiere que su negocio servía como tapadera para el blanqueo de dinero por parte de la mafia rusa.
Pero apenas comienza a indagar en esa dirección, Falcón se convierte en el blanco de una serie de amenazas, a la vez que se producen dos nuevos suicidios: primero, el de un vecino de las dos primeras víctimas, y después el de un veterano policía al que Falcón había solicitado asesoramiento.
En conclusión, estamos ante un thriller psicológico en la misma línea que la anterior entrega de la serie y con muchas conexiones entre sus argumentos, lo que hace aconsejable leerlas en orden para mayor disfrute de ambas.
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