Décima entrega de la serie protagonizada por el comisario Kostas Jaritos. Si en sus últimas historias el protagonista vivía al límite (en más de un sentido) a consecuencia de la grave crisis económica que afectó a Europa y especialmente a Grecia, en esta ocasión la vida le da un respiro: un nuevo gobierno ha tomado las riendas del poder en el país y la economía ha comenzado a prosperar.
La acción comienza con el hallazgo del cadáver de un hombre en su domicilio. La víctima resulta ser un funcionario de la Secretaría de Estado de Turismo. Cuando Jaritos y sus ayudantes llegan al lugar de los hechos se encuentran con un panorama singular. En primer lugar, la puerta no ha sido forzada, lo que apunta a que la víctima conocía al asesino. En segundo lugar, el asesino registró por completo la casa, aunque tras un nuevo registro los hombres de Jaritos hallarán una fuerte suma de dinero oculta en un colchón. En tercer lugar, el hombre murió como consecuencia de un solo disparo a quemarropa en la frente, lo que apunta a una ejecución más que a un robo.
Convencido de enfrentarse a un sicario profesional y no a un ladrón, Jaritos pide ayuda a sus colegas de la Unidad de Blanqueo de Capitales para averiguar el origen del dinero hallado en casa del fallecido. Pero antes de que pueda relacionar ambas cosas, dos hombres son detenidos durante un atraco y confiesan el asesinato. Los superiores de Jaritos dan el caso por cerrado y le ordenan abandonar su investigación.
Con esta novela el autor pone fin a un periodo en el que la crisis económica se había convertido en un personaje recurrente y pone la primera piedra de una nueva etapa en la trayectoria de Kostas Jaritos.