Al parecer, los rumores de sus dotes como investigador (aunque él prefiere hablar de "intuición aderazada con sentido común") han llegado hasta la ciudad de los canales. Es por ello que el dogo, la máxima autoridad de la república veneciana, solicita su ayuda en la resolución de un enigma. Alguien le ha hecho llegar una nota anónima que vaticina el hundimiento de la ciudad "en su propia sangre". Al mismo tiempo, la llegada del mensaje coincide con el robo de una reliquia custodiada en la basílica de San Marcos.
Don Fernando, con la ayuda de su inseparable asistente Pelayo, deberá resolver un misterio en una ciudad que no conoce y por la que no resulta fácil moverse, a lo que hay que sumar una dificultad añadida: la acción transcurre en pleno Carnaval de Venecia, donde es habitual vestir capas y máscaras en público. Por si fuera poco, el hecho de que el robo se produjera la víspera de su llegada convertirá al propio detective en un sospechoso para las autoridades locales.
Como ya hiciera en las dos primeras entregas de la serie, Félix G. Modroño vuelve a ofrecernos una genial combinación de thriller histórico y novela de viajes, introduciendo la novedad de trasladar al protagonista fuera de nuestras fronteras.