martes, 24 de noviembre de 2020

El mal de Corcira (Lorenzo Silva)

Con esta ya son diez las novelas protagonizadas por Rubén Bevilacqua, cada vez más resignado a responder por Vila cuando se le pregunta por su sonoro apellido. Quizá para conmemorar un número tan redondo el autor ha roto moldes en lo que a la estructura del relato se refiere. En esta ocasión no solo estamos ante un caso de homicidio que el protagonista y sus ayudantes deberán esclarecer: también seremos testigos de los primeros años de servicio de Vila en el instituto armado.

El caso que ocupará al protagonista y su gente (como él mismo se refiere a sus ayudantes) comienza con el hallazgo del cadáver desnudo de un hombre en una playa en Formentera. Al parecer la víctima falleció a consecuencia de una brutal paliza. Pero no será ese detalle, sino la identidad del fallecido, lo que mueva a los superiores del protagonista a desplazarse hasta el lugar de los hechos para dirigir la investigación. La víctima resulta ser un antiguo miembro de la banda terrorista ETA. Si bien no se puede descartar que el autor del crimen sea un antiguo camarada del fallecido, el modus operandi no apunta a ello. Es ahí donde entra en juego la experiencia de Vila en la materia.

Paralelamente, a medida que avanza en la investigación, el protagonista rememorará sus primeros pasos en la Guardia Civil, cuando estuvo destinado en el País Vasco y su trabajo no giraba en torno a la resolución de homicidios, sino a la lucha antiterrorista. Cabe destacar que gracias a este hilo secundario el autor recupera al que fuera un personaje recurrente en la anterior entrega de la serie (Lejos del corazón): Leandro Álamo, alias Moro,  compañero de fatiga de Vila por entonces.

Lorenzo Silva ha logrado construir una historia profunda e intensa combinando un relato criminal y otro personal. Aunque suele decirse que no es bueno mezclar esas dos facetas, el resultado es una lectura más que recomendable.